sábado, 15 de septiembre de 2007

Esto es una locura


Hoooooooooooooolaaaaaaaaaaaaaa a todos! Mi queridísimo marido ha creado éste blog y me a pedido que me integre contándoles algunas de las anécdotas que han transcurrido en ésta calurosa ciudad.
Algo me había contado JE, pero uno no tiene su visión hasta que lo ve con los propios ojos. Y ¡PUSHA QUE ME HE LLEVADO SORPRESAS! Digamos que la ciudad es parecida a Santiago pero hace unos 20 años atrás, cuando las micros eran del año 1 y de sólo mirarlas por fuera daba miedo subirse, divisabas desde el piso al peligroso chofer con cara de delincuente y en ese momento te daban ganas de irte trotando.
Cuando ya lograbas subirte, entre codazos y manotones, buscabas ansiosa un pedacito de fierro para poder capear las increíbles maniobras de éstos pilotos frustrados de fórmula uno, que arrasan con espejos, personas y cuanta cosa se les cruce por delante. Pero aquí, en Guayaquil, ésta particular forma de manejar no sólo es de los micreros. Aquí los automovilistas son el fiel reflejo de lo que le ocurre al ser humano cuando éste vive sin un riguroso control policial ¡Cuánto añoro esos personajes de verde que imponen su respeto a distancia! En Santiago cuando voy al volante, sólo con ver algo que se parezca a un retén o patrulla policial me pongo nerviosa y para que decir cuando uno de ellos apunta con su dedo el auto, ordenando que se detenga. En ese momento la adrenalina comienza su trabajo, mi cuerpo se pone en alerta máxima, mi corazón late a 170 por minuto y siento que se sale por la boca. Me pongo sudorosa, me transpiran las manos, mis pupilas se dilatan, se siente un vacío en el estómago y creo que voy a ser multada por haber cometido la peor infracción de la vida. Rápidamente empiezo a pensar en la carita que le voy a poner al paco y que tono agradable de voz usar para hacerlo caer en mis encantos, pero éste lo único que pretende es pedirme un par de papeles que por supuesto los tengo porque ya los he revisado 20 veces antes de subirme al auto.
Aquí éstos personajes andan por la vida como cualquiera del resto de los salvajes: no señalizan, se pasan las luces rojas, no usan cascos cuando van arriba de las motos, si paras en un paso peatonal te tocan la bocina y pobre de la viejita que quiera cruzar la calle porque ¡la retan! y le tiran el auto encima, manejan convencidos que existen 3 pistas cuando de verdad hay sólo una y el resto es tierra, hoyos o piedras, así que o te apretas, o te caes o te corres o te chocan.
Dadas éstas razones JE ya no tiene espejo lateral y a aprendido rápidamente como tener aquel peculiar estilo automovilístico… Se ha convertido en un ecuatoriano al volante. Yo se lo he dicho y el me responde “donde fueres has lo que vieres”. Esta bien adaptarse pero llegar a mimetizarse ¿no será mucho?
Mientras tanto, yo me quedo sin auto en la semana, entonces tengo que recurrir al taxi…. lo que requiere un buen tiempo de preparación. Me amarro a la Emi, preparo el bolso y al Agus y él, como es un “poquito” inquieto y no va sentado en su silla de auto, hace del viaje en taxi una verdadera aventura ¡nada lo mantiene amarrado!!! Se para sobre el asiento, pega su cara a la ventana, abre el vidrio, trata de abrir la puerta, hace gestos y saludos a la gente que pasa por fuera, sale disparado con las distintas maniobras del chofer, por más que le suplico y ordeno que se mantenga quieto y sentado. El se mata de la risa.
Para colmo, nos corre la gota gorda porque por supuesto los taxitas van sin aire acondicionado y yo llevo a la Emi, que es una estufita, pegada a mi. Al mismo tiempo, mientras sufro por agarrar al Agus, trato de mantener concentrado al taxista que va nervioso por las maniobras del enano, junto las monedas para pagarle, agarro el bolso y a los niños para llegar exhausta al destino… Así que salir de “pacheo”, como dice Agus, realmente se convierte en una verdadera odisea.
Bueno, así ha sido la calle y el transporte en éste guayaquil…es tiempo de dejar éstas líneas para ir a ver al mafioso que decidió hacer aseo, sacó el escobillón (que tiene una esponja absorbente) con el que sacrificadamente limpio éste piso blanco de cerámica ¡lo está usando para limpiar el roñoso cemento de nuestro exótico jardín dejándolo lleno de barro, pelos de tacha, pipices y cuanta cosa arrasa en el camino Y LO ESTÁ PASANDO POR LOS VIDRIOS DEL COMEDOR, LA ROPA RECIÉN TENDIDA, LA CASA DE LA TACHA!!!!!!!!!!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡HEEEEEEEEEEELLLLLLLLLLLLPPPPPPPPPPPPPP!!!!!!!!!!!!
Ale.

1 comentario:

Jose Ignacio Blümel Mac-Iver dijo...

Ale:
Excelente nota... podrías empezar a escribir para la Revista Ya o para la Revista del Sábado, de El Mercurio.

En verdad, me reí mucho.

Saludos a los cavernícolas.

Jose.